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Los niños y jóvenes con Síndrome de Down son personas que, como nosotros, tienen derecho a ser felices. A pesar de que actualmente vivimos en un mundo que ha alcanzado un gran avance Científico y tecnológico, todavía existen familias que no aceptan el nacimiento de un niño diferente.
Las actitudes de rechazo, que en ocasiones llegan al ocultamiento del bebé y su aislamiento de la sociedad, nulifican las posibilidades de adelanto. En otros casos aun aceptando la situación, no se cuenta con los recursos económicos o con los conocimientos necesarios para brindar a estos pequeños la educación adecuada que logre formar personas autosuficientes.
El síndrome de Down es una alteración genética que consiste en la aportación de un cromosoma adicional, del cual no son responsables los padres, ni mucho menos el bebé. El niño Down no es un enfermo mental, sino una persona diferente, un ser humano que tiene derecho como cualquier otro, a formar parte de la sociedad, a ser feliz, a tener un
futuro y una vida digna con su propio significado y a quienes se debe dar las mismas oportunidades.
La mayor riqueza de un país es su niñez, ya que representa su futuro. En ella radica la importancia de brindar a los pequeños una educación integral que les conduzca a ser autosuficientes y productivos.